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Gobiernos de cambio: De la tierra al ciberespacio

Jueves.26 de mayo de 2016 266 visitas Sin comentarios
Domingo López, en El Taladro. #TITRE

Parece evidente que se han desvanecido unas prioridades que se concentraban en planes de emergencia social, atención de las necesidades básicas de las personas y aplicación de medidas urgentes para combatir la brecha en desigualdad que ha provocado la crisis. Nos prometieron que por ahí se iba a que empezar, pero hemos contemplado que se ha antepuesto la política gestual, la foto con el cartelito, la autofoto, las banderas de quita y pon en los balcones, y las pseudocampañas promocionales para justificar que algo se hace.

Ya ha pasado un año desde las últimas elecciones municipales y aunque los nuevos ayuntamientos se constituyeron el 13 de junio de 2015, la fecha de referencia para hacer balances y valoraciones suele ser la de la jornada electoral. Es más, hay quien empezó a hacerlos hace algunos días y a la carrera. Nos llegan de viva voz, letra impresa, aplicaciones de mensajería instantánea, redes sociales varias, y cualquier otra plataforma de comunicación que se les ocurra utilizar a sus protagonistas: los que nos gobiernan y los que están en la oposición. Es el protocolo y la rutina a seguir. Y escuchamos o leemos prácticamente lo de siempre, con la novedad de que en esta ocasión el argumentario político es doblemente insoportable porque en el mismo lote van incluidos los mensajes de precampaña y campaña electoral. Por si alguien todavía no lo sabe, el próximo día 26 de junio hay otra vez elecciones generales.

Los periodistas, articulistas, analistas, politólogos y demás presuntos expertos también estamos haciendo los nuestros. Es lo que toca y, como suele ser habitual, tampoco escapamos a nuestra particular y cansina rutina. En fin, que tras haber vivido los primeros doce meses en compañía de los llamados “ayuntamientos del cambio”, plurales y de progreso, entre los que se encuentra Elche, la sensación, por resumirlo en pocas palabras, es que nuestros gobernantes siguen quitándole el envoltorio al paquete que les entregaron el 24 de mayo de 2015 y todavía no han estrenado el regalo.

Osman Ahmed es para algunos una versión actualizada del “siente a un pobre en su mesa”, la campaña navideña que tan magistralmente recogió Luis García Berlanga en su película Plácido. En toda esta historia subyace un intento de lavar nuestras conciencias por los miles de niños que no tendrán tanta suerte

Ha habido un poco de todo y sería injusto generalizar y meter en el mismo saco a los más de ocho mil ayuntamientos (con cambio de gobierno o sin) que hay en España, pero parece evidente que se han desvanecido unas prioridades que se concentraban en planes de emergencia social, atención de las necesidades básicas de las personas y aplicación de medidas urgentes para combatir la brecha en desigualdad que ha provocado la crisis. Nos prometieron que por ahí se iba a que empezar, pero hemos contemplado que se ha antepuesto la política gestual, la foto con el cartelito, la autofoto, las banderas de quita y pon en los balcones, las pseudocampañas promocionales para justificar que algo se hace, el fomento de debates artificiosos sobre asuntos que poco importan o afectan a la ciudadanía, el nuevo interés por los miles (o millones) de clics en portales de internet, el recurrente abuso de vacías proclamas y declaraciones políticamente correctas e impregnadas del llamado lenguaje inclusivo para que todos y todas se sientan visibilizados y visibilizadas… Muy bien, vale, pero ¿y de todo lo prometido qué?, se preguntan muchos ciudadanos que esperaban algo más de los nuevos gobiernos municipales.

En un año las prioridades han cambiado. De modo que se toman unas determinadas decisiones con la excusa de que “hay demanda social”, pero, no se adoptan otras que son de justicia y que venían siendo reivindicadas con urgencia desde hace años. Yo no voy a entrar en el debate de los perros, las playas para perros, los semáforos con la silueta de una mujer con falda, la promoción de carreras solidarias todos los fines de semana, el ansia por batir récords en actividades de lo más extravagante, o la moda de poner nombre en inglés a cualquier ocurrencia para dinamizar los sectores económicos. Podría seguir con otros muchos ejemplos, pero no es necesario. Lo que no entiendo es que mientras se emplea tiempo y esfuerzos en estas “nuevas prioridades”, y reconociendo la limitación de competencias que tiene un ayuntamiento, en este país seguimos sin resolver del todo el dramático problema de los desahucios, no logramos reducir la tasa del paro (llevamos casi seis años con un nivel superior al 20% y hay 1,6 millones de hogares en los que ninguno de sus miembros tiene empleo), la atención a las personas dependientes está aún muy lejos de lo que sería deseable, andamos dando tumbos con el sistema educativo, y lo mismo podría decirse de los cierres al tráfico y la libertad de horarios comerciales.

En este país seguimos sin resolver del todo el dramático problema de los desahucios, no logramos reducir la tasa del paro (llevamos casi seis años con un nivel superior al 20%), y la atención a las personas dependientes está aún muy lejos de lo que sería deseable

Además, en este año me ha llamado especialmente la atención la insistencia de nuestros gobernantes en la política de los gestos porque suelen confundir el gesto, representado a veces en un hecho singular y simbólico, con la solución de los problemas. El caso del niño afgano con parálisis cerebral Osman Ahmed, de 7 años, es un claro exponente. El esfuerzo y la acción solidaria de la organización no gubernamental para el desarrollo (ONG) Bomberos en Acción y los cooperantes ilicitanos que han trabajado en este tema se han visto inundados por un excesivo protagonismo político (estatal, autonómico y local), arropado con un despliegue mediático inusitado, con el que algunos dirigentes intentan tapar la gran vergüenza de la Unión Europea y otros convertirse en los más solidarios del mundo mundial. Osman Ahmed es para algunos una versión actualizada del “siente a un pobre en su mesa”, la campaña navideña que tan magistralmente recogió Luis García Berlanga en su película Plácido. Creo, además, que en toda esta historia subyace un intento de lavar nuestras conciencias por los miles de niños que no tendrán tanta suerte y permanecerán en el campamento de refugiados griego de Idomeni o, finalmente, serán deportados con sus padres a Turquía.

Pero bueno, pasemos página, sigamos haciendo balance y no nos olvidemos que aquí, en Elche, nos hemos vuelto tan modernos que en un plis plas hemos pasado del campo de alcachofas al ciberespacio (ámbito artificial creado por medios informáticos, según lo define la RAE), pero como hay que volver a pisar tierra nada mejor que hacerlo repartiendo “flyers” (volante o folleto publicitario) para promocionar el servicio de taxi en las pedanías. A veces pienso que cada vez hay más gente que está viviendo en los mundos de Matrix. ¿O era Yupi?

Fuente: http://www.eltaladro.es/2016/05/24/...