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El señor Ubuntu, ese linux que enamoró al público

Sábado.15 de noviembre de 2008 1282 visitas Sin comentarios
Habla Mark Shuttleworth #TITRE

Ariel Torres Fuente
La Nación Vía GaceMail
Tomado de Rebelión

Hace 4 años, creó una distribución del sistema operativo libre linux y acaba de presentar su nueva versión, la 8.10.

¿POR CUÁNTO TIEMPO MÁS EL SOFTWARE COMERCIAL EN CAJA SEGUIRÁ SIENDO UNA ACTIVIDAD SUSTENTABLE?

Ya está disponible la edición 8.10 de Ubuntu, la distribución de Linux más popular hoy. Esta versión del sistema operativo libre creado por Linus Torvalds en 1991 ofrece una alternativa gratis para los usuarios de computadoras personales que no quieran pagar por una licencia de Windows u OS X, o que deseen explorar una manera diferente de interactuar con la PC, usando un entorno y unas herramientas similares a Windows.

Al igual que con otras distribuciones es posible probar Ubuntu sin modificar la instalación de Windows de la PC y sin pagar un centavo. En www.ubuntu.com está disponible para descargar la versión 8.10 (Intrepid Ibex). Hay que bajar un único archivo de 700 MB de tamaño, de extensión ISO, que deberá grabarse en un CD como imagen de disco . Si su software de grabación de CD no lo admite, puede probar con los freeware DeepBurner ( www.deepburner.com ) o CDBurnerXP ( www.cdburnerxp.se ). Si el disco se grabó correctamente, al insertarlo en la PC debe mostrar varios archivos y carpetas, no un único archivo ISO.

Luego se debe reiniciar la PC dejando el CD en la compactera. Si la PC lee primero la lectora de CD antes que el disco rígido, aparecerá (antes de que se cargue Windows) una pantalla que nos da la opción de ejecutar Ubuntu en modo LiveCD ; esto nos permite usar Linux sin modificar nuestro disco rígido. También puede hacerse con una llave USB, pero es más complicado.

La otra opción que ofrece Ubuntu es Wubi , una herramienta que funciona dentro de Windows y que debería autoejecutarse al insertar el CD en la PC; permite instalar Ubuntu en el disco, pero sin crear nuevas particiones ni afectar a Windows. Sólo pedirá que elijamos un nombre de usuario, una contraseña y una cierta cantidad de gigabytes libres del disco para comenzar; luego copiará unos archivos al disco, y listo.

Al reiniciar, un menú nos permitirá elegir entre Windows o Ubuntu. Al seleccionar esta última opción, la primera vez aparecerá un cartel que dice formateando el disco, pero no hay que entrar en pánico; está usando un archivo dentro de Windows como si fuera todo un disco rígido. Después de unos minutos tendremos ante nosotros el Escritorio de Ubuntu, listo para usar. Si no queremos seguir usándolo, podemos desinstalar todo desde el Panel de Control de Windows, como si fuera una aplicación más.

Ese esfuerzo para simplificar la instalación a los neófitos es una de las bases de Ubuntu (su lema es Linux para humanos ), y una de las misiones que se impuso Mark Shuttleworth, su creador. De origen sudafricano, Shuttleworth hizo una fortuna con la venta de su empresa de seguridad informática Thawte a VeriSign, en 1999, por US$ 575 millones. Gracias a esa venta viajó al espacio como turista, en 2002 (pagó US$ 20 millones).

"El viaje combinó mucha filosofía con un terror visceral, sobre todo en el despegue y el aterrizaje -dice en una entrevista telefónica con LA NACION-. Fuera de la Tierra tomás distancia de la historia, el color y la textura de tu vida, tu genealogía, tu cultura. Y a la vez notás lo cercanos que están los países, lo interdependientes que son. Es una sensación muy poderosa."

Con su fortuna también fundó Canonical, empresa madre de Ubuntu. Todavía no es rentable: al ofrecer su producto gratis, depende de ventas en soporte y servicios de valor agregado para sobrevivir. "Aunque Canonical tiene una facturación anual de varios millones de dólares, no tenemos todavía grandes clientes que preinstalen nuestro sistema operativo en sus servidores, como sí lo hacen con Red Hat, SuSe o Windows. Pero hay otros negocios que sí dan dinero", afirma. La compañía trabaja con integradores desarrollando una versión de Ubuntu para netbooks; además, su sistema operativo se ofrece en computadoras Dell. Esto, al igual que la inclusión de Linux en notebooks ultraportátiles, le ha dado mayor visibilidad a este sistema operativo.

"No creo que la gente común vaya a buscar Linux en forma activa para reemplazar su Windows -admite-. Para ser deseable en una categoría ya establecida, tenés que ser diez veces mejor que el resto. Y es difícil argumentar que Linux lo sea. Además hay que entender que los usuarios están cambiando la manera en que piensan a su computadora. La ven más que nada como un punto de acceso a la Web. En ese sentido, Linux tiene muchísimo para ofrecer como plataforma para la Web y otros servicios en línea."


- ¿Cuál es su competencia, hoy?

- Apple es la compañía por vencer si es que queremos que los usuarios disfruten de una experiencia de usuario realmente atractiva. No hay que mirar a Microsoft por su participación de mercado y por ser el estándar, sino a Apple porque son muy buenos en lo que hacen, sobre todo en algo que históricamente la comunidad del software libre no hizo bien, que es diseñar una experiencia de usuario atractiva. Pero el talento está y creo que hemos sido capaces de atraerlo para la comunidad. Hay un cambio en favor de la facilidad de uso y la presentación atractiva de la información que tiene que ver con la Web, que es el sistema operativo del futuro, y es lo que le interesa a los usuarios comunes. Así que las plataformas que permitan acceder a la Web de una manera eficiente serán las que ganen seguidores; aquí podemos ofrecer algo igual de bueno que los demás.

- Pero si la Web es el foco, el sistema operativo pierde relevancia.

- Sí, en efecto. Estamos entrando en una era en la que este software se está transformando en un commodity . En un mundo así, uno aspira a tener la forma de producción más eficiente, y no hay una mejor plataforma para algo así que lo gratis. Este cambio no es problemático para nosotros, que basamos nuestro modelo de negocios en servicios adicionales antes que en ganar dinero por la venta de licencias, como Microsoft o Apple, que es un negocio que desaparece. Al construir servicios sobre algo que tiene cada vez más difusión, la situación para nosotros es muy positiva.

RED HAT, LA REINA CORPORATIVA

Red Hat es la compañía modelo en lo que a desarrollo de Linux para empresas se refiere. El último trimestre fiscal facturó US$ 156 millones; tiene oficinas en 28 países; la Bolsa de Nueva York, al igual que instituciones y empresas de todo el mundo, confía en sus productos, que van de una distribución (Red Hat Enterprise Linux) a varios productos para la empresa. Desde hace un año está presidida por Jim Whitehurst, que habló con LA NACION sobre la compañía.

"Creo que Red Hat tiene demasiadas oportunidades. Estoy intentando lograr que hagamos foco en soluciones corporativas, en virtualización, infraestructuar y middleware. Y también en la eficiencia interna; ya no somos una empresa pequeña. Necesitamos implementar los procesos y sistemas de una compañía grande -afirma-. Por ejemplo, decidimos que no vamos a ser una empresa para consumidores. O vendés cientos de dólares a millones de personas, o millones de dólares a cientos de personas. Y apuntamos a esto último, a servir a grandes empresas. Es un mercado de miles de millones de dólares sólo en lo que refiere al sistema operativo y el middleware."


- ¿Por qué las empresas tardan en adoptar el software libre?

- Los cambios son lentos y la gente está acostumbrada a trabajar de cierta manera. Conceptualmente, los departamentos de sistemas entienden el valor del software libre y del modelo de desarrollo comunitario. Pero no todos se toman el trabajo de pensar qué significa esto para el software que desarrollan internamente, cómo pueden hacerlo mejor. Entienden el valor de un producto de código abierto al no estar encadenados a un proveedor, pero no creo que hayan internalizado lo que en realidad puede significar para ellos: cosas que están haciendo que quizá ya existen como alternativas libres; la innovación que podría tener su creación si estuviera disponible para la comunidad.

- ¿Quién es su competencia?

- El único competidor real es Microsoft, pero ellos tienen un problema, y es que todos los sistemas viejos a los que le tienen que dar soporte los van frenando. Pero nuestro mayor competidor somos nosotros mismos, pero sin pagarnos. Cada día el cliente tiene la opción de dejar de pagarnos y seguir usando gratis nuestro producto, así que tenemos que ofrecer un valor agregado día a día o la gente va a dejar de pedir nuestros servicios.

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UBUNTU, ESE LINUX QUE ENAMORÓ AL PÚBLICO

Hace unos años la pregunta que a uno le hacían toda vez que se mencionaba el software de código fuente abierto era "¿Cómo se sostiene una actividad que no deja ninguna ganancia?" Aparte de que la apertura del código no significa que no haya ganancias, hoy, con la difusión lenta pero segura de la distribución de Linux Ubuntu, la irrupción del software gratis de gigantes como Google en el territorio antes dominado por Microsoft, la presencia cada vez mayor de los navegadores como entornos de trabajo e Internet como una suerte de sistema operativo difuso, la pregunta ha cambiado, aunque todavía se expresa con algún temor. La pregunta ahora es: "¿Por cuánto tiempo más el software comercial en caja seguirá siendo una actividad sustentable?" El a estas alturas insoslayable fracaso de Windows Vista muestra que hay un cambio de paradigma en lo que alguna vez fue el negocio más prometedor de la tecnología. Sigue siéndolo, pero las reglas han cambiado. Observe.

Una de las cosas que más se ponderaron de la primera IBM/PC era que, al revés que las otras computadoras de su época, permitía escribir mayúsculas y minúsculas. Es más, usé varias de esas primeras computadoras para hobbistas, y vaya que han cambiado las cosas.

En esa época no sólo estaban ausentes las minúsculas, sino también Windows, Internet, las cámaras digitales, los iPods y las aceleradoras de video. En ese terreno inexplorado, virgen, sin roturar, empresas como Microsoft, Adobe, Autodesk y muchas otras medraron sin pausa y sin obstáculo hasta transformarse en los gigantes de hoy.

Pero a los gigantes les cuesta adaptarse a los cambios súbitos. El otro día tuve conciencia del salto cuántico que hemos vivido en estos algo más de 25 años cuando extraje la tarjeta de memoria de mi cámara, mandé una foto a la impresora y en tres minutos tenía una copia fotográfica perfecta, indistinguible de las de antes. El terreno ya no está inexplorado, sino superpoblado; las computadoras ya no causan asombro por permitirnos usar mayúsculas y minúsculas; ni siquiera lo logran con las fantásticas interfaces de Windows, Mac OS X o Linux; cada vez es más difícil para las empresas convencernos de gastar cientos o miles de dólares en programas. El hardware ha vuelto, así, a ganar protagonismo. Aunque durante años se dijo que era un mal negocio porque pronto los procesadores y las memorias se volverían commodities , lo cierto es que un cuarto de siglo después todavía pagamos sin hesitar por los fierros.

En cambio, podemos obtener todos los programas sin cargo, gracias al freeware, el código fuente abierto y el software libre. Hasta Ubuntu, sin embargo, había un costo, no en dinero, sino en conocimiento. O eras medio hacker o tenías que mantenerte fuera del juego de Linux.

Pese al pataleo innecesario y a todas luces obsoleto de la comunidad Linux, Ubuntu logró lo que ninguna otra distribución antes: el cariño del público. No por su gratuidad, ya que todos los Linux se consiguen sin cargo, sino porque se puso del lado de la gente, en lugar de insistir con el avinagrado, aburrido, repetitivo, monocorde y totalmente inútil epigrama anti Microsoft y anti público común.

Hoy Ubuntu puede ser incluso más sencillo que Windows Vista, pero eso es simplemente porque el Vista rompió el molde de XP y dejó a medio mundo preguntándose dónde estaba todo; uno de los muchos errores estratégicos que se cometieron con el Vista.

Al final, lo que empezó a convertirse en una commodity fue el software. Y esto no ocurrió por la aparición del código fuente abierto, Linux, la Free Software Foundation o los programas gratis. El peor enemigo de Vista no fue Linux, sino el XP, que impuso durante su extenso reinado el modelo de interfaz más utilizado del mundo; usado incluso por Linux. Si usted usa WindowMaker o AfterStep , le aseguro que es una rareza.

Africa mon amour

Así que no sé si Ubuntu es la distribución más fácil de todas. A mí me lo parece, pero hay quienes defienden Mandriva en el mismo sentido. U OpenSUSE. Pero es el que consiguió que mucha gente del off-Linux se sintiera cómoda.

Por eso le hemos dedicado la nota de tapa a su creador, Mark Shuttleworth, un sudafricano que se hizo rico gracias al software libre y que luego, en lugar de invertir el dinero en autos lujosos, bienes raíces o viajes al espacio, se propuso devolver parte de lo que la sociedad le había dado y fundó Canonical(www.canonical.com), la empresa comercial detrás de Ubuntu y otros productos open source. También viajó al espacio, pero ésa es otra historia.

Excepto por los videojuegos de última generación y la edición de video, Ubuntu, y para el caso cualquier distribución de Linux, viene con todo integrado. Lo que no está, se obtiene hoy fácilmente por Internet. Sin cargo, desde luego. Linux sigue sin ser recomendable, a pesar de Ubuntu, para quienes no tienen ni idea de cómo instalar Windows o se sienten atemorizados por las nuevas tecnologías. Pero incluso eso podría cambiar en el futuro.

No puedo hablar como un novato de Linux, sería una hipocresía. En más de doce años he pasado por todos los accidentes, las penurias y las frustraciones con que nos obsequió este sistema en sus primeros años: aprendí C; configuré kernels para que anduviera la administración de energía, la grabación de audio con baja latencia o los discos Zip; compilé programas durante horas para hacer lo que era predeterminado en Windows; cambié líneas, muchas veces casi a ciegas, en el código de drivers y aplicaciones; edité a mano el archivo de configuración de X Window (sigo haciéndolo, de puro cabeza dura), y no me faltaron ganas de arrojar la PC por el balcón cuando un programa me pidió que buscara la quincuagésima sexta biblioteca faltante, y luego de hallarla, obtuve un error incorregible.

Estoy agradecido, sin embargo, porque las dificultades enseñan mucho, y porque pude ejercer mi derecho a elegir entre Windows y alguna otra cosa.

De otro modo, no hubiera podido desarrollar intereses tan diversos como el 3D, la escritura, la música y la fotografía; no hubiera podido pagar todas esas aplicaciones de software comercial. Y no uso software pirateado, punto. Así, me las fui arreglando para adoptar Linux como mi sistema personal.

Tras tantos años de usar Linux, Ubuntu me sedujo por dos motivos. Primero, porque es de verdad sencillo, y no sólo una interfaz bonita. Segundo, porque pese a que logra esto domesticando algunos de los instintos más poderosos de Linux, éstos pueden ser liberados fácilmente por el usuario experto. Es, además, pequeño: lo básico entra en un CD; el resto se baja, si hace falta.

Así, escribo y hago una que otra presentación con OpenOffice.org ; uso Blender para el 3D; ejecuto Painter con el emulador de Windows, llamado Wine ; edito las fotos con Gimp ; visito la Web con Firefox ; chateo con Pidgin ; ripeo mis discos con Grip , y sigue la lista. No me privo del GoogleEarth ni del Thunderbird con Gmail. Podría decir que extraño algunos juegos, pero la verdad es que no me queda mucho tiempo para los videogames. Y, por otro lado, no he dejado de usar Windows, por mi trabajo de todos los días. Pero hoy es posible, con un ahorro de varios miles de dólares en soft.

En efecto, sólo he pagado por el Painter , puesto que no hay buenos programas de pintura gratis. Bueno, el Painter y el hardware. Lo mismo podría hacer con cualquiera de las otras distribuciones de Linux, cabe aclarar. Pero Ubuntu me cae bien.

Humanismo en CD

La adopción de Ubuntu es todavía muy baja, si se compara con Windows: unos 8 millones de usuarios en el mundo versus los más o menos 1000 millones de máquinas con el sistema de Microsoft. Sin embargo, la comparación es improcedente no sólo por la incalculable diferencia de escala entre ambos, sino también porque la gesta de Ubuntu ha sido viral, sin campañas de publicidad y marketing multimillonarias, excepto el boca en boca global que tan bien aprovechan desde las redes sociales como Facebook hasta el archienemigo de Microsoft, Google, y que por lo tanto tal vez constituye el futuro.

Lo más significativo es que Ubuntu haya cosechado, si uno ha de fiarse en estos números, la cuarta parte de las computadoras con Linux (http://counter.li.org/ ) en tan sólo cuatro años, y que en lugar de hacerlo con un discurso fundamentalista y hostil lo haya hecho con un mensaje humanista que proviene del continente más castigado, saqueado y olvidado de la Tierra. Tengo la impresión de que, análisis de modelos de negocios y tendencias informáticas aparte, deberíamos sacar alguna lección más profunda de todo esto.