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El oro de Burkina Faso despierta la codicia del gobierno y algunas empresas españolas

Miércoles.5 de noviembre de 2014 409 visitas Sin comentarios
Dispuestos a aprovechar la situación de crisis del país para hacer negocios #TITRE

El oro, clave de la postura del Gobierno español frente a la crisis de Burkina Faso

Nuestro país puede jugar un papel destacado junto a Francia y Estados Unidos en la transición democrática en el país africano. Varias firmas españolas aspiran a explotar unas minas que generan 1.500 toneladas de oro, y que la junta militar burkinesa puede emplear como “moneda de cambio” para blindarse en el poder.

David González / Madrid

El golpe de Estado en Burkina Faso ha cogido por sorpresa a toda la comunidad internacional, incluida España. Dicho efecto sorpresa, unido al recrudecimiento de los disturbios en el país africano, ha sido el principal motivo que ha impedido hasta este lunes al Ministerio de Asuntos Exteriores culminar con éxito la evacuación de los seis trabajadores de la empresa granadina Parquigran, que permanecían refugiados desde hace cuatro días en una mina de manganeso situada a 350 kilómetros al norte de la capital burkinesa, Ouagadougou. Sin embargo, es probable que el Gobierno español juegue a partir de ahora un papel destacado en los próximos meses, que serán vitales para el futuro de Burkina.

Y es que, pese a ser uno de los países más pobres de África Occidental, este Estado tiene gran importancia para los intereses estratégicos y empresariales de España en el Sahel. Lo que se debe, en gran medida, al hecho de que Burkina Faso se ha convertido en la última década en el cuarto mayor productor de oro del continente africano, por detrás de Sudáfrica y de dos de sus vecinos, Mali y Ghana. Según los últimos datos del Consejo Mundial del Oro, que agrupa a los principales países productores, de las 6 minas abiertas a día de hoy en país subsahariano se extraen cada año cerca de 1.500 toneladas de metal dorado. Un metal del que podría depender no sólo la eventual transición a la democracia de Burkina Faso, sino también la estabilidad de buena parte de la región.

Buenas perspectivas de negocio

Las perspectivas en torno al oro son el motivo que explica en gran medida la atracción que Burkina Faso ha suscitado entre varios empresarios españoles. Desde comienzos de 2014, al menos una decena de compañías con base en nuestro país han emprendido proyectos y empezado a estudiar oportunidades en el sector minero burkinés, que podría incrementar en un 25% la producción de oro en los dos próximos años.

Además –tal y como sucede en el caso de Parquigran– las empresas españolas están interesadas en la explotación de varios yacimientos de zinc, cobre y manganeso. Muchas de estas firmas tienen su sede en Canarias, y exportan anualmente productos por valor de 400.000 euros a Burkina Faso, según el cónsul honorario de Burkina Faso en España, Hilario Teruel, quien añadió que este Estado ha sido tradicionalmente “uno de los baluartes en seguridad jurídica” del África Subsahariana. Como explica a ARNdigital Mahmadou Hubert Sissoko, delegado de las Cámaras Españolas de Comercio para Mali, Burkina Faso y Níger, las perspectivas de negocio eran hasta hace muy poco muy buenas, gracias a que Burkina ha sido “uno de los países más estables de África”.

Blaise Compaoré, “un dictador de confianza”

Según Sissoko, que ha respondido a la llamada de ARNdigital desde su despacho de la capital maliniense, Bamako, esta estabilidad había estado garantizada desde hace casi treinta años por el régimen del ahora ex presidente burkinés, Blaise Compaoré, cuyo derrocamiento el pasado viernes marcó el estallido de una crisis en la que ya han fallecido al menos 30 personas. “Nadie pensaba que se iba a marchar así, repentinamente, y esto ha tenido unas consecuencias muy graves”, asegura Sissoko.

Compaoré, de 63 años, y actualmente refugiado en Costa de Marfil, ingresó en el ejército burkinés en 1973. En 1987, llegó a la presidencia tras protagonizar un sangriento golpe de Estado que culminó con la ejecución de su predecesor en el cargo y antiguo compañero de armas, Thomas Sankara, conocido como el ‘Che Guevara’ africano tras instaurar un régimen marxista en Burkina Faso.

Sin embargo, Compaoré mantuvo a lo largo de los siguientes 27 años una política radicalmente opuesta que le convirtió, según los expertos, en “uno de los sátrapas más corruptos de África y en un dictador de la más absoluta confianza” de Estados Unidos y de Francia, la antigua metrópoli colonial de Burkina. También le permitió establecer relaciones fluidas con España, que supuestamente habrían llevado a su gobierno a respaldar hace menos de medio mes la candidatura española al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Ahora, y después de que la oposición del ejército y de la sociedad civil a un proyecto de reforma constitucional por medio del cual Compaoré pretendía perpetuarse en el poder, serán también Washington y París los que esbocen una ‘hoja de ruta’ para una eventual transición democrática.

Junto a ellos se encontrará España, en su condición de nuevo miembro no permanente del Consejo de Seguridad, y como responsable de los 150 militares europeos que permanecen desplegados desde 2013 en el vecino Mali en el marco de la operación internacional contra el yihadismo en el Sahel. Ahora bien, y según todos los especialistas, lo que primará en todo momento es la búsqueda de un mantenimiento del ‘statu quo’ que permita que Estados Unidos y los miembros de la Unión Europea puedan seguir teniendo pleno acceso al mercado burkinés, y, en especial, a las minas de oro.

Una transición incierta

En otras palabras: todo parece indicar que el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, va a dar instrucciones en breve al embajador en Nigeria –que se ocupa también de las relaciones diplomáticas con Burkina Faso– de que se sume a las negociaciones entabladas por la comunidad internacional con la junta militar que ha sustituido a Compaoré. Esta junta está dirigida por uno de los antiguos líderes de la guardia personal del expresidente, el teniente coronel Isaac Zida, y que ha anunciado la apertura de un diálogo con los partidos de la oposición.

“En realidad, sobre el futuro de Burkina Faso planea una gran incertidumbre”, apunta Fernando Ibáñez, profesor de la Universidad de Zaragoza y del Campus Internacional, que subraya que la propia junta militar parece estar dividida entre los partidarios de Zida y los del jefe del estado mayor, Honoré Traoré. Traoré, que asumió brevemente la presidencia en las horas inmediatamente posteriores al golpe de Estado, se encuentra actualmente en paradero desconocido tras haber sido obligado a renunciar al cargo y ser arrestado por Zida y sus aliados.

“El ejército sufre profundas divisiones internas”, señala Mahmadou Sissoko, que recuerda que la Unión Africana le ha dado un plazo de veinte días a Zida para que abandone el poder. El problema es que el militar, que controla el principal arsenal de la capital, no está dispuesto a hacerlo si no se le concede a cambio el estatus de “antiguo jefe de Estado”. Por ello, el control de las reservas de oro podría convertirse en una especie de “moneda de cambio” entre la junta y la comunidad internacional, lo que compromete seriamente a los intereses españoles y a la economía de Burkina Faso, cuyas fronteras están cerradas desde el viernes. “Y eso, siempre y cuando los militares no empiecen a luchar entre sí”, dice Sissoko.

Fuente: http://www.arndigital.com/economia/...