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Cómo protegerse de las elecciones

Lunes.7 de octubre de 2019 4067 visitas - 7 comentario(s)
Grup Antimilitarista Tortuga. #TITRE

Reflotamos este artículo publicado en nuestra web en octubre de 2015, para que lo podáis releer y considerar si tiene o no vigencia y actualidad. Nota de Tortuga.


Quienes vivimos en un país de la sociedad occidental, a cambio de disfrutar de la acumulación de bienes de consumo y distintos placeres que aquí se produce, hemos de padecer también algunas penalidades. Por ejemplo el ser bombardeados día sí y día también con dosis de publicidad en grado mortal.

Mortal porque la suma de mensajes publicitarios que llega diariamente a nuestras mentes a través de todo tipo de canales, objetivos y subliminales, hace verdaderamente difícil que a alguien le quede en pie gran cosa de su propio criterio.

Así el tipo de ropa y peinado que cada cual luce, los lugares adonde viaja, los bares en los que desparrama su tiempo libre, sus costumbres tribales o los juguetes que regala a sus hijos en su cumpleaños y en navidad vienen a estar influenciados, mucho o poco pero influenciados, por las modas dominantes que la omnipresente publicidad cuela en el armario de nuestros deseos.

Hay una publicidad que nos induce a comprar y tener cosas determinadas. Hay otra que trata de configurar nuestro pensamiento y nuestra forma de entender el mundo. La hay que es puntual y concreta -coma pechuga de pollo Óscar Mayer, sepa lo que es conducir con Audi, regálese una hipoteca en Bankia-. También la hay cíclica, periódica, la cual, además de inducirnos a que gastemos dinero, trata de influir en nuestra cultura y crea estados de ánimo colectivos. Por ejemplo los mundiales de fútbol, o esos acontecimientos sociales que van jalonando el año como Halloween o la Navidad, que nombrábamos antes.

Pues bien, si quisiéramos poner un ejemplo de un producto que reúne todos los ingredientes anteriores -es concreto y se publicita durante el año pero también se ofrece mediante acontecimientos cíclicos, induce a realizar actos de consumo, pero también crea estados de ánimo colectivos e influye en nuestra manera de concebir el mundo- ese es el parlamentarismo de partidos políticos.

La publicidad de los partidos políticos es diaria y abrumadora, ocupando cada día del año la parte principal del espacio de cualquier medio de comunicación. Así se cuela en nuestra mente como un objeto cotidiano de atención y se expande a las tertulias de bar, a las sobremesas y a las pesadillas. Como ello, al parecer, debe ser todavía insuficiente para los fines que se pretenden colocando dicho producto en el mercado, quienes lo administran, además, han diseñado eventos periódicos: las elecciones. En ellas, el bombardeo publicitario llega al paroxismo y hasta nuestras propias casas.

Confiamos aún en la inteligencia y sentido común del habitante medio de nuestra sociedad occidental y así pensamos que si hiciéramos el experimento de colocar durante unos pocos meses a una persona cualquiera en una isla desierta, completamente a salvo de todo mensaje publicitario relacionado con elecciones y partidos políticos, por pura lógica tendería a darse cuenta de lo superfluo del producto. Le resultaría una verdad palmaria que no hay democracia en que, en lugar de todos, solo gobiernen unos pocos. Unos pocos que -además- pueden hacer lo que les dé la gana sin ser destituidos. Que además esos pocos, aunque cambian de vez en cuando el envoltorio del producto -esto es, las siglas y logotipos- vienen a ser los mismos, los cuales andan turnándose. Que curiosamente esos mismos que gobiernan y no otros a quienes les gustaría sucederles son quienes salen más veces en la tele y los periódicos (véase cómo productos nuevos y bien publicidados como Podemos o Ciudadanos acceden al reparto del pastel en detrimento de otros muchos partiditos de toda la vida que venían manteniendo similares propuestas y programas pero siendo ignorados por esos mismos medios de comunicación). Y que, por si fuera poco, esos que salen en la tele con un fondo de color rojo, azul, morado o naranja, cuando gobiernan estados o ayuntamientos, antes o después acaban por actuar en curiosa sintonía con los intereses de quienes tienen el dinero.

Este 2015 viene siendo un año de desmesura parlamentaria. Dos procesos electorales arrastran nuestras ya maltrechas neuronas y aún nos queda otro. Este curso, además, hemos tenido que soportar el lanzamiento de los productos “Ciudadanos” (el cual -como si fuera la nueva versión del Ford Fiesta- trata de actualizar la imagen corporativa de determinadas visiones políticas conservadoras) y “Podemos”, auténtico sumidero de las energías ciudadanistas que resplandecieron efímeramente en las calles mediante el 15M y las mareas.

Ante tal despliegue de propaganda casi militar en pro del status quo, ¿hemos de resignarnos? ¿Está todo perdido? ¿No hay escapatoria para nuestras vapuleadas mentes? Tortuga te ofrece unas sencillas recetas para protegerte durante la próxima campaña electoral.

1.- Cambia de tema

En la barra del bar, ante el comentario de los currelas de al lado, chupito en mano, “pues yo antes iba a votar a Pablo Iglesias, pero ahora me gustan más los de ciudadanos...” Siempre puedes intervenir, tratando de no caer en comentarios futboleros, taurinos o machirulos: “a este bar le está haciendo ya falta una mano de pintura y un buen alicatado”, “vaya calor para el mes que estamos” o “qué narices le echó Aníbal cruzando los Alpes con elefantes”.

Lo mismo vale para la tertulia tras la comida familiar. Cuando la cuñada o el tío se enzarcen en que si Rajoy nosequé, o que en el programa de Wyoming dijeron que nosecuanto; tú rápidamente al quite: “Papá, ¿cómo va tu próstata?”, “pues en la okupa del barrio hacen unos conciertos de posthardcore que la flipas”, o “atención, los niños nos van a representar una obra de teatro en verso”.

2.- Apaga la televisión

La caja tonta, la radio, o el acceso a medios de comunicación por internet. Puedes no apagarlos pero entonces escapa de informativos y tertulias y oriéntate hacia las películas, los documentales e incluso la telebasura, muy relajante ella, en la cual no tendrás que hacer ningún esfuerzo mental y estarás a salvo de la propaganda política.

De todas formas hay alternativas a pasar el tiempo en la tele y en internet. Pasea, escribe, haz el amor, colúmpiate, haz yoga, limpia tu casa.

3.- Huye de los periódicos

En sus versiones digitales, en la barra del bar o -mucho peor- comprándolos. Los periódicos están infestados de publicidad del sistema parlamentarista y en cualquiera de sus informaciones, hasta en la menos relacionada a priori, acecha la posible aparición del político local o nacional dejándose caer por allí como quien no quiere la cosa.

En su lugar puedes leer libros de Kierkegaard o Schopenhauer. Si te pilla por la calle y no los tienes de bolsillo puedes comprarte algún tebeo en un kiosco o disfrutar de literatura religiosa gratuita como la hoja parroquial de la iglesia más cercana o la revista La Atalaya, que te será suministrada por amables parejas de señoras y señoritas que recorren las calles.

4.- Reutiliza la propaganda electoral en papel

Deben estar muy mal pagadas las personas que buzonean los sobres con propaganda de los partidos políticos durante la campaña electoral, puesto que cada vez tienden más a dejar todos los sobres en montón, sobre los buzones, en lugar de distribuirlos a cada vecina. Esta circunstancia nos permitirá ir recorriendo las calles, carrito de supermercado en ristre, e ir recogiendo todo el papel portal a portal. Las comunidades de vecinos respectivas nos lo agradecerán y al final nos sacaremos un dinerillo vendiéndolo todo al peso en la chatarrería más cercana.

5.- Aprovecha los paneles de publicidad estática

Es común que en cada ciudad sea de lo más difícil colocar cartelería en las calles. Ominosas ordenanzas municipales restringen tal derecho a unos poquísimos lugares en los que nuestros carteles pasan desapercibidos y son tapados enseguida por la publicidad de las discotecas. Tal cosa contrasta con el abuso que los políticos en campaña pueden hacer de la posibilidad de poner carteles en las calles. Hasta paneles especiales les ponen a su disposición. Pues bien, si ellos pueden, nosotras también. Ha llegado el momento de pegar toda la cartelería que guardábamos en nuestros locales de actividades pasadas y hasta de viejos conciertos. También podemos aprovechar los paneles como soporte de nuestra creatividad artística. Convirtámonos en sendos Banksys durante el tiempo que estén colocados.

6.- Date de baja del censo electoral

Cada campaña electoral el estado tiene a bien recordarnos, para que no se nos olvide, que lo de votar es algo que nos atañe y que -aunque, visto lo visto, podemos sospechar con fundamento que votar no cambia nunca nada significativo- hacerlo es muy importante. Para ello, y con el pretexto de que podría haber algún dato incorrecto, nos mandan al buzón una tarjetita censal.

Desde Tortuga y otros colectivos proponemos dar un paso al frente y reclamar al estado que nos excluya de este gran montaje. Si la gente puede ir a la iglesia católica y reclamar ser borrada del libro de sus fieles, también queremos ser borrados del libro de los fieles del sistema parlamentarista, es decir, del censo electoral.

7.- Niégate a participar en mesas electorales

Lo que ya nos faltaba para el duro era que, además de tener que tragarnos el turre electoral, el estado pudiera disponer de nuestras personas de forma conscripta -es decir, obligatoria bajo pena de cárcel- para que le hagamos el trabajo de llevar a cabo la ceremonia de las votaciones. Eso sí que no. En todo caso, la puesta en escena ha de desempeñarse con voluntarios convencidos. Sin duda, qué menos tras el esfuerzo publicitario, éstos no les van a faltar. Nosotras y nosotros a buen seguro tenemos cosas mejores que hacer durante ese tiempo que ser utilizados en contra de nuestra voluntad a mayor gloria del sistema vigente.

Si se da el caso de que eres convocado a estar en una mesa electoral y decides no participar convirtiéndote así en persona objetora de conciencia, podrás encontrar soporte documental sobre cómo hacerlo poniéndote en contacto con El Grup Antimilitarista Tortuga y otros colectivos que promueven esta forma de Desobediencia Civil.

8.- Apoya a las personas objetoras de conciencia al sistema electoral

Gota a gota, elección a elección, cada vez son más quienes deciden negarse a participar en las votaciones como mano de obra reclutada coactivamente. Puedes apoyar a estas personas solidarizándoce con ellas de mil maneras, difundiendo su acción y acompañándolas en cada actuación pública que realicen. Desenmascarar la gran mentira de la falsa democracia es trabajo de todas, y no solo de quienes han sido llamadas a integrar una mesa electoral.

Próximamente escribiremos sobre estos temas de forma menos humorística y más propositiva y trataremos de haceros llegar materiales didácticos y prácticos sobre este tema.


Ella también se ha dado de baja de los procesos electorales.

Nota: los comentarios podrán ser eliminados según nuestros criterios de moderación.
  • Cómo protegerse de las elecciones

    20 de octubre de 2015 08:25, por Álvaro

    De acuerdo en todo excepto en lo de Aníbal. Fue otro genocida ambicioso que además se regodeaba en el maltrato animal de elefantes y caballos.

    :)

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  • Cómo protegerse de las elecciones

    20 de octubre de 2015 19:39

    El artículo está bastante bien, pero el punto sexto podría ser contraproducente desde la perspectiva de la abstención activa. Si nos damos de baja del censo electoral, la abstención nunca contará como tal, y su lugar será ocupado por las personas censadas que tal vez irán a votar, contrarrestando con ello el potencial que pueda tener la abstención activa.

    Es posible que se pueda crear una estrategia conjunta en este sentido como instrumento de lucha mediática contra la participación en el circo electoral. Si se tuviera la capacidad de canalizar el malestar ciudadano contra la participación electoralista parlamentaria en torno a la abstención activa, el mensaje que se lanzaría sería claro y contundente.

    Es una idea opuesta a la baja del censo electoral que se propone en el mencionado apartado sexto, pero bastante efectiva para realizar estudios estadísticos que midan la fuerza numérica de esta opción. Sólo tenemos que estar convencid@s de ello para arrojarlo como una bomba de relojería creativa...

    Por el contrario, la abstención no contaría nunca porque no existiría en caso de baja en el censo electoral.

    No obstante, compartimos este artículo por ser una aportación bastante interesante, además de un contenido ingenioso y ocurrente.

    Saludos y abrazos solidarios... ;-)

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    • Cómo protegerse de las elecciones

      23 de octubre de 2015 08:48, por Nowhere Man

      Entiendo lo que planteas. De todas formas, lo importante es unir en un mismo proyecto a quienes ante el parlamentarismo propugnan alternativas similares. No importa tanto que ésta sea la abstención activa o una especie de "apostasía" electoral. Y creo que la segunda opción es más difícilmente manipulable.

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  • Cómo protegerse de las elecciones

    21 de octubre de 2015 16:07, por Ernesto

    Hola,
    la evasión de los hechos políticos de los partidos, no es construir algo mejor para todos. ¿Que niegas al sistema? La negativa es activa y con hechos políticos. Nos guste o no a la alternativa asamblearia le ha salido un hecho contestario, precario, pero que ha captado la atención de la gente: los partidos jóvenes. No son todos iguales, así que hay que mojarse.
    La alternativa libertaria, que no etablece como bueno el trabajo responsable que propone el 15M, para no causar un drama grave en una transición desde el sistema a la asamblea, también, para entender la cooperación desde la tolerancia y la ayuda mutua -de verdad- se queda en una secta más que pretende que los demás cambien hacia sus posturas sin mojarse en la lucha diaria. Ahí no está la empatía por los demás.
    Ernesto 15M

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    • Cómo protegerse de las elecciones

      22 de octubre de 2015 12:54

      Democratejo de pacotilla, aprende a escribir.

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    • Cómo protegerse de las elecciones

      23 de octubre de 2015 08:44, por Nowhere Man

      Hola, Ernesto.

      El texto hay que entenderlo como lo que es: un alegato antielectoral con tono humorístico. En esta web hay publicados documentos que abordan el asunto desde otra perspectiva. Y el último párrafo anuncia que aún llegarán más.

      De todas formas, el contenido del artículo también tiene su valor. Sinceramente, considero que he tirado muchas horas de mi vida a la basura siguiendo la política institucional. ¡Lo que me hubiera gustado dedicar ese tiempo a estar con amigos, jugar al fútbol, pasear por el campo o leer a Kant! Mejor aún: ¡a cambiar el mundo!

      Ni los partidos emergentes ni los parlamentarios ofrecen ideas transformadoras ni debates profundos. Ni siquiera cuando son en una cafetería. Se limitan a repetir consignas, inventar "coletillas" y a estudiar el mercado. Vamos, que la política de partidos no presenta un programa que estimule demasiado el intelecto.

      De todas formas, entiendo que es difícil desentenderse del todo de este mundo: nos interesa, por jemplo, la Ley Mordaza. Como las decisiones del jefe nos influye habrá que enterarse de qué hace. Pero seleccionemos de qué nos informamos y cómo hacerlo.

      Por supuesto, la política institucional no deja de tener el interés intrínseco a todo fenómeno de masas: nos ayuda a conocer mejor la sociedad. Pero esto también ocurre con el fútbol, los macroconciertos, el Sálvame Deluxe o los toros.

      Y que conste que con este comentario no juzgo a quienes participan convencidos en las bases de los partidos. Cada cual entiende el mundo a su modo.

      Un saludo.

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    • Cómo protegerse de las elecciones

      24 de octubre de 2015 23:12

      Gane quien gane tú pierdes.

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