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Azoteas y selfies after sex, o viceversa

Viernes.10 de abril de 2015 516 visitas - 1 comentario(s)
Dos noticias en busca de su poeta #TITRE

1) Selfies after sex, la nueva moda

"Nueva moda a la vista, los selfies after sex. Cada vez son más las parejas que tras haber mantenido relaciones sexuales, cuelgan una foto en las redes sociales. Si bien en un principio podría parecer una buena idea, después de observar las imágenes de la galería no quedará ninguna duda de que puede que sea una de las peores modas que hayamos visto jamás, ya que algunas de las fotos resultan realmente patéticas..."

Los selfies se han convertido en una moda que apasiona a todas aquellas personas que poseen teléfonos inteligentes. Recientemente hemos observado en las distintas redes sociales muchos selfies que han generado polémica, pero no tanto como la nueva moda de los “selfies after sex”, la cual consiste que que un selfie que debe ser tomado justo después de haber tenido sexo, para compartir con el mundo nuestra mejor cara luego de haber alcanzado el éxtasis.

Gracias a este nuevo fenómeno de Internet hoy en día podemos ver a numerosas parejas presumiendo del momento de placer que acaban de tener tras el acto sexual, algo que no deja de sorprendernos si consideramos hasta qué punto se ha desvirtuado para muchos el concepto de “intimo” a la hora de mantener relaciones sexuales.

Para quienes aun no se hayan enterado de esta moda, pueden ingresar en la red social Instagram que es donde los involucrados deciden exponer sus momentos tras haber tenido sexo, bajo el hashtag #aftersex, donde se despliegan galerías de fotografías en las que veremos a perfectos extraños aun regocijándose por el acto sexual que acaba de tener lugar.

Entre algunos de los mensajes que se adjuntan en estas fotos, se pueden leer comentarios como que después del sexo, la pareja funciona mejor o que se ven más lindas, atractivas, con el pelo más brillante y la piel más suave.

Sin embargo, las críticas a esta nueva tendencia tampoco se han hecho esperar. Algunos lo consideran como una excesiva difusión de información personal y que incita a la morbosidad, además de exponerse a que estas fotos íntimas sean puntos de burlas, memes y polémicas.

Por otra parte, muchos expertos en sociología indican que esta nueva moda responde a la predisposición de muchos a ceder a la insistencia de las redes sociales, que presionan de forma permanente para hacer público hasta lo más privado.

Fuente - Varios medios: difundido en Spain en los periódicos de la cadena "Grupo Correo", con intención de hacer mofa de las personas que aparecen en las fotografías: http://www.elcorreo.com/bizkaia/soc...

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2) Subir a tender con gafas de sol . -¿En qué momento las azoteas de algunas ciudades dejaron de ser espacios comunales?, por Silvia Nanclares (4 de abril de 2015).

Tengo una hipótesis. La llamaremos Hipótesis Azotea. Es primavera, afuera hace un sol reventón. Estoy tendiendo. En un patio interior oscuro con un sistema de cuerdas imposible. Me pregunto si podría tender en la azotea. Viví durante varios años en Sevilla y allí, en todos los edificios en los que estuve, subíamos a tender con gafas de sol. Nos encontrábamos por la escalera con nuestro barreño al costado, como nómadas de portal. En algunos casos tenías asignadas las cuerdas. En otros, simplemente se jugaba al hueco encontrado.

Es cierto que daba problemas. ¿Quién no recibió alguna vez la llamada al timbre con una amonestación implícita? Mira que has tendido en mis cuerdas, mira que tienes ocupado el tendedero con tus inmensas coladas consecutivas, niña. Y sí, apuesto a que algún que otro vecino se ha dejado de hablar con otro por un “tendedero issue”. Pero también hacíamos comidas y cenas. Teníamos una mesa de plástico comunal y una sombrilla de bar ídem. Las sillas te las subías de casa. Siempre que alquilabas una casa, te enseñaban en momento dado la azotea, el tendedero. Me pregunto ahora a quién pertenecen todas las azoteas vacías y tristes de Madrid. Nunca he disfrutado de una azotea común en Madrid. Nunca he tenido un espacio comunal en ningún piso, salvo el cuartito, antiguo chiscón, de la casa de San Vicente Ferrer donde una vez nos robaron unas botellas de vino sin candar. A quién se le ocurre, niña. Y nunca se me ocurrió tampoco preguntar por qué no disfrutábamos de esos espacios abiertos y cerrados. Pero ahora lo imagino como un terreno a conquistar.

Subo al último piso de mi nuevo portal. Nada, el acceso está cerrado. Quién tendrá la llave. Quién puede entrar ahí. Este edificio es de una empresa. Llamo a la empresa. Me dicen que ningún inquilino puede tener acceso a la azotea, que solo se habilita el acceso a operarios que hayan de arreglar alguna cosa. Los vecinos no poseemos las zonas comunes, los rellanos, los pasillos del buzón, las escaleras, el ascensor. Las usas pero no son de tu propiedad, niña. Bien. Si yo no quiero que la azotea sea mía. Solo quiero usarla. Y no quiero usarla YO. Quiero que la usemos. Que aprendamos a usarla. "¡Uala, chaval, ya llegó la comunista!" De común, comunista, ¿no? Y a continuación me empezaran a hablar de los pisos estalinistas donde todo era común y había espías y la gente acababa borracha con alcohol de quemar en su terraza comunal. Claro. Y después, Paracuellos.

“En la primavera de 2015, todo inquilino se dirigió al último piso de su finca y comenzó a hacer averiguaciones o directamente franqueó la puerta metálica que daba acceso a la azotea. Quiso saber qué había de lo nuestro: de los espacios comunes. “Según la ley, según la ley...”, parecía la única respuesta. A base de probar e ir negociando, se alteraron los usos de los espacios privados que tenían en su finca. Que no era suya. Y aunque lo fuera. El movimiento empezó a viralizarse. Fue llamado la Primavera de las Azoteas...”.

Fantaseo con esto mientras me vuelvo a ver obligada a tender en posturas imposibles y pienso que quizá por eso aquí los edificios sean tan altos, para que olvidemos lo que sucede en las alturas. Supongo también que se cierra su uso preventivamente, por los problemas que supondría comunizarlas. Nos han inoculado la idea de que será imposible dialogar y llegar a entenderse con el vecino del quinto. Y probablemente lo sea. Además, desde que lo permite otra ley, las azoteas son expropiables por cualquier compañía de comunicaciones que desee comprar a la propiedad e instalar una antena, sin licencias municipales previas ni estudios medioambientales o de salubridad por delante. Ajá. Se ve que los cielos también son campo abonado para la propiedad privada.

Pero, ¿y si nos llevamos el método municipalista a casa? Quizá todo podría empezar por la escalera. Averiguar, saber, en primer lugar, a quién pertenecen las cosas y qué derecho tenemos a intervenir no en su gestión, ni siquiera en su propiedad, que no nos interesa, sino en su “uso y disfrute”. Acercarnos la democracia a casa. Ir pasando barreras. No dejarnos solo la intervención para los espacios públicos, combinar luchas como las del EVA Arganzuela, o reflexiones sobre la calle y el barrio como las que se lanzan durante el próximo festival Zemos98, con el ensayo-error de la posibilidad de un commons en cada escalera.

Pensar en espacios comunales más acá de cada portal. Inventarnos modos de vivir colectivamente. Que meterte en casa no signifique el derecho a poder de inventarte la vida, pero solo de puertas adentro. Y sí, yo probablemente tendré que lidiar con el vecino que grita “curas pederastas” mientras el de arriba pone las marchas de Semana Santa a todo trapo. Sí, nuestra escalera es un micrososmos bastante representativo de lo que será mi barrio y el pleno del ayuntamiento. Hacer cosas con “los otros”, los “distintos”. Lo más difícil. Y, parafraseando a Rosa Jiménez, "lo más satisfactorio". Tomar algo de lo que nos enseñó el 15M y volver a vacunarnos contra lo identitario. Emprenderla desde abajo. En este caso, desde arriba.

Vamos, aunque parezca solo una pequeña revolución burguesa. Tomemos las azoteas. Desde allí se ve todo mucho mejor. O peor. Pero con perspectiva. Subamos todos a tender con gafas de sol.

Fuente: http://www.eldiario.es/interferenci...

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El escritor comunista Bertolt Brecht asignaba a los poetas la función de unir hechos cotidianos aparentemente inconexos para despertar en quien lee o escucha la atención política irreversible hacia conexiones invisibles. Creo que estas dos noticias le habrían interesado.

  • Otras dos noticias en busca de su poeta

    17 de agosto de 2015 11:38

    También éstas serían buena materia prima para la función que el escritor comunista Bertolt Brecht asignaba a los poetas: unir hechos cotidianos aparentemente inconexos para despertar en quien lee o escucha la atención política irreversible hacia conexiones invisibles. Creo que estas dos noticias le habrían interesado en ese sentido. O así lo pienso.

    1) La bolsa de Madrid echa a los "abuelos" del parqué porque dan mala imagen: http://www.elconfidencial.com/merca...

    2) Porno amateur: sueños rotos de un país en crisis - Ayesa se enfrenta por primera vez a un rodaje porno amateur. Lo hace azotada por tres años de desempleo y tres hijos a los que mantener. - Ella cobra tan solo 150 euros, mientras que su compañero, Jesús, lo hace por 50 euros menos. - La crisis y un pacto entre productoras han hundido la remuneración de los actores entre un 66% y un 85%: http://www.eldiario.es/andalucia/Po...