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Abandonar la barricada para ir a plantar lechugas

Sábado.22 de noviembre de 2014 246 visitas Sin comentarios
Párrafos tomados del artículo de Marc Badal "Fe de erratas: La agitación rural frente a sus límites". Revista Raíces nº 4. #TITRE

Para los que entienden que la ciudad es el campo de batalla donde se determinan las condiciones sociales venideras, el medio rural
es un lugar donde no sucede nada y las personas que han decidido vivir en aquel entorno petrificado, una pandilla de escapistas epicúreos que
en el momento más crítico han abandonado la barricada para ir a plantar lechugas.

Ante este clásico ritornello insurreccionalista, los aludidos se limitan a recordar que buena parte de los revolucionarios urbanos ni siquiera se han
parado a pensar en la íntima relación que vincula sus estrategias de supervivencia económica y su estilo de vida con el mantenimiento del
despotismo capitalista y del control estatal.

Lo más triste en estas eternas y gratuitas discusiones para determinar si lo prioritario es dejarse la piel tratando de minar las bases del orden
establecido o dejársela en la construcción de alternativas no es la falta de originalidad o la simplicidad de los argumentos esgrimidos, sino la
facilidad con la que cada cual encuentra las excusas idóneas para justificar sus incoherencias. Sin embargo, lo que cuesta un poco más, es reconocer
que ni los colectivos que prefieren dedicarse a las tareas de demolición, por expresarlo de manera excesivamente generosa, nos han conducido a la
antesala de la ruptura social, ni los que se enfrascan en proyectos autogestionarios han reforestado el desértico paisaje que nos rodea con sus
vástagos comunitarios...

Nos gusta pensar que la presión psicológica que atormenta la existencia de la gran masa social es incapaz de penetrar la personalidad fortificada
en la que nos atrincheramos, pero parecemos no darnos cuenta de que la pose tantas veces ensayada ante el espejo autorreferencial no logra
disimular la molesta evidencia de que nuestra necesidad de consuelo sigue siendo tan insaciable como siempre.

No puede negarse que muchas de las personas que han decidido irse al campo básicamente se dedican a mantener su burbujita bien limpia y
confortable, pero cuando nos referimos a las que entienden su opción de vida como una especie de militancia cotidiana a través de la
experimentación de nuevas formas de vida y trabajo colectivas, es difícil alinearse con los guerrilleros urbanos que minusvaloran esta vía
de transformación social. Lo cual no significa obviar las limitaciones de unos proyectos que solo en contadas ocasiones consiguen superar
la esfera doméstica y asumir tareas políticas de denuncia y resistencia.

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